PENSAMIENTO CREATIVO

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CREATIVIDAD

viernes, 12 de febrero de 2010

PERSPECTIVAS DE LAS INNOVACIONES


INNOVACIÓN, CAMBIO Y MEJORA
Uno de los desafíos que enfrenta la educación superior en el mundo es el de una mejor formación del personal, mejora y conservación de la calidad de la enseñanza así como de la investigación y los servicios. Sin duda, se ha avanzado en la concreción de propuestas.

Se presentan algunos resultados parciales de una acción formativa donde se ha tratado de identificar aquellos productos susceptibles de convertirse en innovaciones educativas. Por otra parte, se ha planteado el cómo influyen en las transformaciones del Nivel Medio Superior, las nuevas formas de organización de conocimiento producto de la Reforma. Se cree que el desarrollo de actitudes de los docentes es de importancia para que innoven, vía la investigación educativa, su práctica cotidiana de manera ordenada y se involucren en los procesos de cambio que vive la educación en México.
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En educación, el proceso de innovación se caracteriza además por la complejidad que supone introducir cambios sustanciales en los sistemas educativos, dado que la mayoría de dichos cambios involucran también nuevas formas de comportamiento y un acercamiento diferente a los actores.

El cambio es un proceso de aprendizaje personal y organizativo. Desde la década de los ochenta se ha entendido el proceso de innovación desde una perspectiva sistémica, es decir, una sucesión cronológica de hechos, cambios de estrategias y actitudes, un proceso de solución de problemas y una visión del proceso como un sistema abierto.

GESTIÓN DE INNOVACIONES

Aunque el concepto de gestión se ha entendido tradicionalmente como administración de una organización, también se le ha concebido como dirección y gobierno. Es importante diferenciar que gestión es un concepto más genérico que administración. Gestión connota tanto las acciones de planificar como las de administrar-, esta última acepción, según Furlan, tiene su origen en las disciplinas político-económicas y en la noción de autogestión. Por esta forma de concebir la gestión y por las prácticas mismas de los responsables de la gestión educativa, se generó una tradición en los sistemas educativos y escuelas, de entenderla sólo en cuanto a su dimensión administrativa.

Sin embargo, para el presente análisis nos concentraremos en la innovación, como un ámbito de la gestión. Esto es lo que hacen Cecilia Fierro y Guillermo Tapia, quienes también establecen una distinción entre innovación en la gestión escolar y la educativa.

La gestión pedagógica o de la escuela es distinta de la que se hace en supervisiones, sectores o en la administración central de la Secretaría de Educación Pública y Cultura, de la que forma parte la escuela; pero también es un problema que debe analizarse en cuanto a las repercusiones que esto tiene en los propios centros educativos.

Mediante el concepto de innovación en la gestión escolar pueden examinarse “los procesos de interpretación, negociación y toma de decisiones, en el nivel de la acción escolar, entre los actores que en ella participan, y cuyo contenido puede referirse tanto a cuestiones relacionadas con el currículum, la organización escolar o de micropolítica de la escuela”.

Por su parte, la innovación en la gestión educativa se refiere “a la generación de modificaciones o ajustes en las estructuras normativas, de organización y/o funcionamiento del sistema educativo en cuanto tal, desde el ámbito de la toma de decisiones”. Es interesante que en la concepción de este nivel de gestión se excluyan las cuestiones relacionadas con los procesos educativos de las escuelas, cuando el papel que pueden tener los supervisores -como mandos medios- puede ser determinante. Por esto convendría contribuir a investigar la relación entre ambos tipos de gestión y sus repercusiones en los procesos educativos.

En el estudio de la innovación en la gestión educativa se consideran tres ámbitos: los procesos administrativos -para el análisis de las cuestiones normativas, organizativas y económicas-; los políticos laborales -para examinar las formas de negociación entre los diversos grupos de poder-; y los formativos institucionales de los agentes de la innovación o reforma educativa. Estos tres ámbitos de análisis son los que Justa Ezpeleta (2000) refirió desde hace más de una década para caracterizar la gestión pedagógica -por cierto, una de las caracterizaciones más fructíferas en el desarrollo de investigación en este campo-, para “tender un puente hacia las gestiones política, administrativa y técnica, cuya autonomización en los niveles superiores a la escuela les ha hecho prescindir de esta instancia donde sus políticas para realizarse necesariamente confluyen”.

Por eso, un supervisor escolar señala, con tino, que sus tareas fundamentales son de tres tipos: administrativas, técnico-pedagógicas y políticas.

Estas tres categorías de trabajo, las que ya han señalado otros especialistas y otros funcionarios, parecen ser el punto de partida para incrementar la capacidad de gestión del sistema educativo, a la vez, representa el reto para lograr tender el puente que una los planes gubernamentales en sus ámbitos administrativo, técnico-pedagógico y político a fin de garantizar una eficaz gestión educativa.

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